sábado, 28 de enero de 2017

Romantisicmo y nacionalismo



Entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, Europa vivió una época revolucionaria, tanto en el terreno económico como en el político e ideológico. Tres corrientes confluyen en estos estallidos revolucionarios, y las tres han ejercido profunda influencia hasta nuestros días: 
  • Liberalismo.La burguesía fue la clase social que protagonizó los cambios de comienzos de la Edad Contemporánea. Desde sus modestos orígenes comerciales en la Baja Edad Media, los burgueses llegaron a alcanzar un poder económico que no se correspondía con el prestigio político y los privilegios que conservaban la nobleza y el clero dentro de las monarquías absolutas.
    El cambio que defendían los burgueses se resumía en la palabra liberalismo, y se basaba en las libertades individuales, la igualdad ante la ley, y la defensa de la propiedad privada.
  • Nacionalismo. Las revoluciones del cambio del siglo XVIII al XIX estuvieron ligadas a concepto de nación por principio, pues oponían el poder absoluto del rey a la soberanía nacional, que emanaba de todos los ciudadanos. La nación se concibe como una comunidad con conciencia de compartir un pasado, una cultura y una lengua común, y con ambiciones de plasmarlo en el terreno político mediante su identificación con un Estado.
  • Romanticismo. El arte romántico aparece como un movimiento de contestación, incluso de rechazo, a las normas del neoclasicismo y de la Academia. Pero el romanticismo no es sólo un conjunto de manifestaciones culturales. Es una nueva actitud ante la vida, de la que el arte, la literatura, la música, se hacen eco. Los artistas se convierten en portavoces de una sociedad que aprecia lo local y lo particular frente a la universalidad defendida por la Ilustración.

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